Nunca me olvidaré de Gary Oldman en la película Drácula, asumiendo el rol del milenario dientes sangrientos con propiedad y hasta cierto gusto. O aquel Sid Vicious cuando recién partía su carrera -nadie más podría haberlo hecho con tal resultado final-.
Este británico ha hecho una extensa carrera como secundario de lujo, aunque yo lo valido mucho más como un actor de carácter, capaz de asumir cualquier desafío, aunque él a su forma no ha sido muy intelectual para elegir sus películas prefiriendo un aspecto más comercial.
Al parecer, él prefiere ser cola de león y estar ahí metido en megaproducciones como El Quinto Elemento, Harry Potter, Batman o Robocop. Además de ser asiduo -por su profunda voz- en películas de animación modernas.
Con un rostro particular y un control de gestos de otro nivel, Gary ha asumido en general dos tipos de papeles en su vida; como el uniformado serio, especialmente el policía moral o el loco de patio -en lo personal, prefiero muchísimo más el segundo perfil-. Sin embargo, ese dato no es más que la punta del iceberg, porque Oldman ha interpretado a bandidos, doctores, abogados y un largo etc difícil de hacerle recuento.
Esta máquina de la interpretación que nunca ha dirigido ha trabajo con directores como Christopher Nolan, Robert Zemeckis, Alfonso Cuarón, Ridley Scott, Luc Besson, Tony Scott, Francis Ford Coppola, Oliver Stone, entre otros, varios de ellos de lo más selecto del cine.
Como pasa con los más grandes, aún no ha ganado el Oscar aunque si ha estado nominado por su rol protagonista en El Topo. Tiene 46 nominaciones en total y 24 premios. Otros reconocimientos que ha recibido son los Emmy, los Bafta, Cannes, MTV y People's Choice Awards, entre varios más.
Steve Buscemi: jugar a las muñecas puede tener gracia
Grande de grandes, considerado en el ambiente cinéfilo como
uno de los mejores secundarios de la historia–sino el mejor al menos para mí- en
todo lo que es el cine alternativo “under” –escuela de New York-.
Feo e inteligente, de un rostro peculiar que se deforma con
los años, Buscemi es una especie de cosa rara en el mundillo. Su
profesionalismo destaca entre sus pares, realiza unas muecas contagiosas entre
desvíos de miradas, ojos disparatados y sus característicos dientes revoltosos para dar a todos sus personajes una profundidad y una
textura sin comparación. Sabe cómo transmitir la verdadera locura –da la
sensación que la vive, pero en realidad es culto y metódico- y enfrentado a
papeles serios se entiende su naturalidad frente a cámara.
Es conocido su talento para manipular sus ojos. |
Fue a mediados de los 80’s cuando se hizo conocido. Más
valorado de viejo –él es como de la generación de Jeff Bridges- ha sumado
protagonismo en los últimos años –La serie de HBO Broadwalk Empire lo puso por
primera vez bajo los flashes más amarillos y la consideración de la Academia-,
sin embargo, lleva décadas en cartelera alternando en primera división.
En esa etapa Tarantino y Los Coen lo tenían de preferido.
Hasta Pulp Fiction, luego vino Cabezas Huecas –un icono del Rock and Roll y de
la estupidez-, le vino la ambición de dirigir –lleva 4- y se pegó un salto de
popularidad en Con Air, hito que lo convirtió en un intérprete célebre y cotizado.
Adorado por los hermanos Coen y un comodín para los
italianos y Michael Bay, Steve ha trabajado con varios de los grandes
directores -sobretodo los de una inclinación independiente-: Jim Jarmush, Martin
Scorcese, Quentin Tarantino, Francis Ford Coppola, Woody Allen y Tim Burton.
Otras de sus películas más representativas son: Parting Glances, New York
Stories, Barton Fink, Reservoir Dogs, Fargo, Armageddon, El Gran Lebowski, Coffee & Cigarettes y Big Fish.
Aunque en los Oscar no lo pescan mucho –para los entendidos
no importa como indicador- este espécimen ha ganado 27 premios y 60 nominaciones
en su carrera. Entre sus trofeos se encuentran Globos de Oro y Emmy, suficiente premio para marcar la historia del cine.
Buscemi en Con Air |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)